Estaba reclinada en la silla
cuando la sorprendió su mano blanca.
Yo no estaba allí, me lo contaron.
Se subía en ese momento las medias
iban al hospital.
Dejó inmóvil la mirada en las losas del salón.
El viejo reloj de pared, prosiguió con su latido.
Ya no se levantó.º
Los zapatos fríos, enfrente el bolso abierto.
Nunca pregunté si se las terminaron de subir
o se las quitaron.
Ana María Espinosa.
cuando la sorprendió su mano blanca.
Yo no estaba allí, me lo contaron.
Se subía en ese momento las medias
iban al hospital.
Dejó inmóvil la mirada en las losas del salón.
El viejo reloj de pared, prosiguió con su latido.
Ya no se levantó.º
Los zapatos fríos, enfrente el bolso abierto.
Nunca pregunté si se las terminaron de subir
o se las quitaron.
Ana María Espinosa.
2 comentarios:
¡Hola Antonio!
Gracias querido amigo.
Es un honor estar presente con este poema en tu blog.
Un fuerte abrazo, grande.
Tu palabra certera y fluída llena mi blog de ternura y hermosos versos.
Un abrazo, Antonio.
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