Para quienes han tenido que emigrar cruzando mares o saltando alambradas de seis metros, la falta de trabajo y el carecer de recursos para enviar a su familia, junto a la soledad, convierte su vida en un triste deambular entre el dolor y la nada.
allí
cansado
las manos arañando ausencias
tras la distancia
mi carne de la otra orilla
se vacía de aliento
todos esperan
ahogándose
en el Apocalipsis del miedo
y yo hueco
reducido al abandono
deambulo
entre parlamentos de silencio
horizontes de la alambrada
antonio martínez i ferrer
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