Eric van
Straaten©
Javier Gm
Taxidermista
Me
llevo un día de casualidad
y al
abrirlo en casa
me
convengo a esperar que salga,
agarro
una silla
y me
siento junto a su boca
y
aguardo a que respire
y hable
una noticia de amor
fluya
el olor del aliento que amanece
y sea
vaho oloroso del jazminero,
que
encuentre en su misterio
el gran
humo del hambre por los sueños,
los
bellos sueños
que
tranquilicen
a los
hombres inocentes,
que
tiren por la proa
a los taxidermistas
del optimismo,
a los
héroes de la desolación,
que
hable el día
que
aquí permanezco,
con el
culo pegado sobre la anea
intentando
abrirle
los labios
con un
beso distraído
que
vuela como una alondra
desgarbada
y paciente,
para
que hable, ya dije,
que
hable
y me
conceda permiso
para
los periplos.
Oírle,
traficar
con el sol
desde
la fogata del corazón
que
traen
los
desesperados
que
intentan vivir
ya no
felices,
tan
solo
pónganle:
alegres.
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