¿Es un poema, es una imagen?
La magia de David Gonzáles penetra en los sentidos a trabes de diversas emociones. En su lectura surgen paisajes que al fundirse provocan una percepción profunda y global del mensaje.
EL ROMPEOLAS
mi padre
se levanta temprano cada mañana
para ir a nadar
para ir a nadar
a la piscina municipal en invierno
y a la mar del cantábrico en verano
él se cree que así
me comenta mi madre, escéptica
no se va a morir nunca
desde la ventana del estudio
donde me encierro a escribir
desde por la mañana temprano
y durante las cuatro estaciones
puedo ver la playa de mi padre
la arena que está pisando
y si tuviese a mano unos prismáticos
y forzara un poco la vista
podría, incluso, verle a él
hace tiempo, años, que no le veo
ni hablo con él
ni siquiera por teléfono
pero cuando luego
retiro mi frente del cristal
y acerco la silla
apoyo los codos sobre la mesa
y empiezo a escribir
lo hago con la confianza
y seguridad
del que se sabe
con las espaldas protegidas:
su padre está ahí afuera,
nadando
y no se va a morir nunca
David González, de su libro
La magia de David Gonzáles penetra en los sentidos a trabes de diversas emociones. En su lectura surgen paisajes que al fundirse provocan una percepción profunda y global del mensaje.
EL ROMPEOLAS
mi padre
se levanta temprano cada mañana
para ir a nadar
para ir a nadar
a la piscina municipal en invierno
y a la mar del cantábrico en verano
él se cree que así
me comenta mi madre, escéptica
no se va a morir nunca
desde la ventana del estudio
donde me encierro a escribir
desde por la mañana temprano
y durante las cuatro estaciones
puedo ver la playa de mi padre
la arena que está pisando
y si tuviese a mano unos prismáticos
y forzara un poco la vista
podría, incluso, verle a él
hace tiempo, años, que no le veo
ni hablo con él
ni siquiera por teléfono
pero cuando luego
retiro mi frente del cristal
y acerco la silla
apoyo los codos sobre la mesa
y empiezo a escribir
lo hago con la confianza
y seguridad
del que se sabe
con las espaldas protegidas:
su padre está ahí afuera,
nadando
y no se va a morir nunca
David González, de su libro
ALGO QUE DECLARAR
(Bartleby Editores, Madrid, 2007)
2 comentarios:
Un poema excelente, un cierre buenísimo, mucha fuerza contenida.
Un abrazo
Parece mentira para ti, Antonio, que nos hagas esas preguntas. Es un poema, un algo, una cosa poética.
Yo le escribí un poema a mi padre y a mi madre no hace mucho, pero al poco lo taché, por malo. Pero es que yo me paso la mitad del día tachando la mitad de lo que escribo en la otra mitad del día.
Por cierto, una de las veces has puesto mal el apellido de David.
Abrazos.
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