Búsqueda del infinito: Jacinta Gil Roncales
ENRIQUE
FALCÓN
AMONAL
Y
OTROS POEMAS
GÉNOVA EN JULIO
Las sirenas del
cinturón te alargan las manos
a que bajes,
empujada, a espantar a las visitas.
Las sirenas del
cinturón leen por tus palabras
que no has dicho
todavía lo que ha de pasarnos.
Las sirenas del
cinturón desbocan a los hombres
y les abren las
camisas y los dejan heridos.
Las sirenas del
cinturón, sus llamadas de trapo,
nos sacan de las
casas a bailar locamente.
Un último respiro—
Las sirenas del
cinturón te alargan los dedos
y los vuelven
infinitos en su pozal con estrellas
( : el portal donde
sola tan luego te descubren,
luto frío adentro,
sobre el charco del barro).
Y es entonces la
carga, la
fiera escondida del
tercer callejón
la que vuelca en
nuestras caras las compuertas
de madera,
—precipitan nuestros
ojos a favor de la pared—
comienza
la carga, la /
deflagración
íntima del grupo /
los
antidisturbios (así
como llegaron) / :
te vuelven,
empujada, por encima de la tierra
va tu sangre coja
por encima del suelo.
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