sábado, noviembre 29, 2014

MARÍA ÁNGELES MAESO



Stephane Dillies

         


MARÍA ÁNGELES MAESO

BASURA MUNDI


VERTEDEROS BAJO LA TORMENTA

Calígula: y además, seamos justos, no sólo está en contra de mí la estupidez; también lo están la lealtad y el valor de los que quieren ser felices. 
(A. Camus)


De los miles de millones
de personas superfluas
de un informe,
40.000 están aquí:

Cuando llueve sobre mi casa,
hay un diluvio
en la Cañada Real Galiana.
Ploff, ploff, el cielo se derrama
y es recibido en charcas que no cuentan
y en alfombras made in Vaciamadrid.

Ploff, ploff. Es el cielo rebotando
en poros de uralita
y en todas las infancias del arroyo
bajo el trueno.
          .../...

Es lluvia que hincha bolsas
y anillos de lombriz;
lluvia que rompe cuerdas
y saca de su quicio a cualquier tripa
devolviendo el arroz al agua
y el roto zapato a un pie...
         
Ploff, ploff. Es una pompa de rata y cielo.
Agua más el sueño gris que pare la montaña.
         
Algo de esta pompa tiene que salir.
                   
¡Cómo retumba en los corrales
de hacia atrás, ploff, ploff.
Ah, los establos y veredas del ganado…
¿No hay nadie recordando por ahí?


¡Qué idénticos resuenan
los toques de esquila herida,
cuando claman por milagros que nadie espera!

.../...


¿Nadie? ¿Todos vacunamente?,
¿todos a una repitiendo que no hay salida?
¡Todos un solo job de pocilga!

Y sin embargo: Creced y multiplicaos.
Algo, entonces, tiene que salir.

Esta lluvia y sus preguntas animales
saben de sobra que el eco no es respuesta.
                   
Al otro lado de la carretera,
entre el río y la purificadora,              
un poco más abajo de noviembre,
donde esta lluvia es piedra,
hay  una hermandad de niños y de sapos,
cogiendo por la ramas tu apellido de intemperie.

Son 40.000 desfigurados.
Somos muchos más
oficiando de animal o cosa
¿Y no hay salida?
.../...


De un momento a otro
estas personas analfabetas,
sin posibilidad de encontrar empleo,
superfluas y degeneradas van a perder
-señores de Lugano-
todos sus adjetivos en la riada.

Y a  cielo abierto se van a ver
sustantivamente a secas.
Y se verá la flor, subiendo,
libélula con libélula,
haciéndole decir al descampado
lo que le hizo a Calígula decir un extranjero.


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