Nudo dolente: Amedeo Modigliani
Material de derribo
José Garés Crespo
QUÉ VERDE ERA MI VALLE, BUKOWSKI
Todos los pequeños dioses han
comenzado a llorar,
pero di adiós ahora y sal al mar».
Wystan H. Auden
En aquel valle
hubo sangre y tierra,
raíces,
viento, y ningún blasón.
Antes de que
el bien y el mal
fuesen
anarquías auxiliares,
mucho antes de
que, atemorizados,
huyéramos del
naufragio
intentando
acoplar nuestro paso al del universo,
antes,
murieron la esperanza, la ternura
y apenas
pudimos negociar la rabia.
¿Cómo aceptar,
pues, que tu mirada
perturba mi
revuelta,
que las
palabras son las cosas
y tú el
espacio donde moran?.
Ahogaste la
rabia y copulaste
con la mentira
y el amor,
conseguiste
pétalos obscenos,
como cualquier
milagro,
anillando la
frescura
y el
pronóstico que nos acorrala.
Qué más da que
el tiempo, detenido,
descanse sobre
tu frente,
que perdure la
muchacha prieta
de desafíos y
luces en la frente,
violada por la
luz de Modigliani,
como un motín
de golpes,
afanes,
trompetas y lunas.
La lluvia
fina, las aldabas suaves,
los bordes de
cristal y tu gospel
fueron
constelaciones decadentes
que, todavía
hoy, titubean
sobre la
hechura triste de la trinidad y el aire solano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario