sábado, octubre 13, 2012

David Benedicte



 Deathand Life: Gustav Klim



David Benedicte   

NIGHT OF THE LIVING DEAD

  ESTÁBAMOS muertos
–o algo peor–
y amortajados
en el centro urbano
de tu sofá-cama.

    Olíamos
como huelen
–en algunas ocasiones–
los muertos.
Nos besábamos
como se besan
los muertos.
Aullábamos
como aúllan
–en noches de cuarto
menguante y luna llena–
los muertos.

    Muertos, muertos, muertos,
moribundos muertos sanos.
Vigorosos muertos.

    Las resacas nos
ponían así.


1 comentario:

Anna Genovés dijo...

Sí. Las resacas, a todos, no dejan muertos. Pero, es una mortalidad muy viva que repetimos con agrado.

Muy bueno, David. Antonio, todo un acierto, lo comparto. Bss, Ann@