Deathand Life: Gustav
Klim
David Benedicte
NIGHT OF THE LIVING DEAD
ESTÁBAMOS muertos
–o algo peor–
y amortajados
en el centro urbano
de tu sofá-cama.
Olíamos
como huelen
–en algunas ocasiones–
los muertos.
Nos besábamos
como se besan
los muertos.
Aullábamos
como aúllan
–en noches de cuarto
menguante y luna llena–
los muertos.
Muertos,
muertos, muertos,
moribundos muertos sanos.
Vigorosos muertos.
Las resacas
nos
ponían así.
1 comentario:
Sí. Las resacas, a todos, no dejan muertos. Pero, es una mortalidad muy viva que repetimos con agrado.
Muy bueno, David. Antonio, todo un acierto, lo comparto. Bss, Ann@
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