Ensimismados: Matías Sánchez
Pedro L. Verdejo
En la plaza del
polígono
hay empresas de
todo a cien
trabajadores de a
saldo
vigilantes de
seguridad
bien entrenados
y un único árbol
de ramas gruesas
y robustas
ideales para los
ahorcamientos.
Verás a hijos de
obreros
carpinteros
mecánicos carniceros
publicistas
panaderos
camioneros
costureros
telecomunicadores
químicos
ingenieros
zapateros
curtidores
papeleros
recicladores
farmacéuticos
comisarios
cajeros y fontaneros,
mirando a sus
padres en lo alto
meciéndose en
círculos
al capricho de
los vientos.
Pero dime
compañero,
¿dónde están los
que trenzan
las sogas? ¿dónde
están los que
señalan y marcan
al hierro ardiente?
¿dónde están los
que manipulan
el lenguaje,
comercializan procesos
de crisis,
imponen su movimiento
sus soluciones,
reclaman diferencias
culturales,
conciertan un mismo orden
cambian todos los
números y
describen tus
heridas
con estadísticas
perfectas?
¿por qué nunca
los hemos visto
trabajando en el
arado?
Se ven otros
árboles y otros pastos
más allá de la
plaza del polígono.
Con mi arado abro
los surcos
con mi arado
escribo yo
páginas sobre la
tierra
de miseria y de
sudor.
Aún se ve el mar
y también las
nubes altas
en el cielo.
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