(Revolt): Käthe Kollwitz
Alberto García-Teresa
Para Enrique Falcón
AVANZAMOS SINTIENDO EL deseo
–la necesidad–
del incendio bramando en nuestras venas.
Cartografiamos geografías de lo invisible
al halógeno del beneficio y la compra-venta.
Entonces nos desenchufamos, abandonamos
esta carcasa de individuos-máquina
–se quedan resecos sus catéteres de sentimientos–
y mordemos el aliento frío de la esperanza.
Con cucharadas de corazones
de vida expropiada,
hundimos las manos en la tierra.
Quitamos de nuestros ojos
las legañas de alambradas.
Despegamos esa líquida etiqueta
que nos pone un precio, que tenemos anclada
en la mente y en el jugo de las entrañas.
El óxido rechina doloroso en los tobillos.
Desenterrando esta mugre que nos separa,
cabalgando sin miedo la voluntad y la fuerza
de la voz –ya con los brazos ardientes de oxígeno–
puede cada uno, nosotros, levantar la mirada
y ser gaviota en la ventisca: inquieta, aventurera;
un indomable clavel de sangre caliente en bandada.
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