Michael Cheval
Matías
Escalera Cordero
PERO
NO ISLAS
poesía
de un hombre corriente desilusionado
DESPERTAR
Despertar
despierto (quién pide la vigilia si despertar dormido
nos apacigua) Despertar:
despierto a qué…
A la desazón o al
miedo (y aun así debes hacerlo)
Aprensión
inexpresable (sin la fe ni el coraje de detrás
del espejo) Y la lánguida
desesperanza
(a este lado del espejo) Las
mañanas se untan de mantequilla
Y las calles
grises se hornean como hogazas con el dolor
Y la confusión
De los durmientes
dormidos (y de los vigilantes: al otro lado
también del espejo)
Extraño
insoportable malestar casi sin nombre (o vagamente
nombrado ya: intemperie y
desamparo)
Miedo (y turbación
comprensible: en ambos lados)
Despertar a qué…
Vigilar con qué
fin…
Los dueños de la
Quimera (impunes entre tanto: a este lado
del espejo) Entornan
Blandamente los
ojos (como untan las madres la mantequilla templada)
Y toman el sol
sobre hamacas
De piel (mientras
se extiende esa aprensión inasible
y amarillenta –huérfana ahora–
por las calles grises
horneadas como hogazas
con el dolor
y la confusión de los
forzadamente despiertos) Y las mañanas
Lejanas (a este
lado del espejo: también) Del mundo se suceden
Y alguien que no
eres tú exige (al otro lado) Despertar despierto
Quién pide la
vigilia (despertar a qué…)
Y aun así debes
hacerlo (e internarte limpio y afeitado
en la luz)
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