miércoles, agosto 13, 2014

david gonzález



Antonio Azorín© – Ciencia




david gonzález

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un hombre afortunado

son las 09.00.
procuro no hacer ruido al levantarme.

ángeles duerme.

voy al cuarto de baño
y me lavo las manos
y la cara. entro en la cocina
y enciendo el fogón eléctrico
para que vaya calentando mientras

abro mi estuche
y saco el medidor de glucosa
y le inserto una tira reactiva
y saco el pinchador
y le inserto una lanceta.

pínchate en la parte lateral de los dedos,
me aconsejó una enfermera en el hospital,
así no perderás sensibilidad en las yemas.

acerco la gota de sangre
al extremo de la tira reactiva.
al cabo de medio minuto
aparece una cifra
en la pantalla líquida
del medidor de glucosa.
                                    164.
o sea: 34 mg por encima
del nivel normal de azúcar en sangre,
que antes de las comidas
no debería sobrepasar los 130
ni descender por debajo de 70.

a continuación, cojo la pluma precargada
(y digo pluma porque su aspecto y tamaño
son los de una pluma estilográfica)
y le retiro el capuchón
y la giro suavemente
hacia delante y hacia atrás
hacia arriba y hacia abajo
10 veces,
hasta que la insulina se mezcla uniformemente.

luego enrosco una aguja en el extremo de la pluma,
selecciono las unidades de insulina (12)
y me inyecto en el brazo izquierdo, por debajo de la piel.

las 09.10.

ángeles todavía duerme.
su cabeza dentro del hueco
que ha dejado en la almohada la mía.

vuelvo a la cocina
y me preparo el desayuno:
12 gramos de margarina,
60 de pan integral
y 200 cc de leche desnatada, sola,
con café, malta o té. con café.

miro a través de la ventana
mientras desayuno en silencio:

una mujer sacude una alfombra,

pasa el camión del butano,

el perro de un viejo marica
ataca ladrando a un patriarca gitano,
el gitano amenaza al perro con un bastón,
el perro retrocede pero no deja de ladrar.

ángeles se da la vuelta en la cama.
la miro.
            cómo duerme.
                                    cómo sueña.

y sé

que todo está bien
que no tengo ningún derecho a quejarme
que soy un hombre afortunado
que no le puedo pedir más a la vida

que es suficiente

conque ella

esté

ahí.



sin que sirva de precedente

son las seis de la tarde
del mes de agosto.

estoy echado en la cama,
encima de la cama, desnudo.

en una mano tengo un porro,
en la otra un cigarrillo.

estoy a gusto.

acabo de follar con ángeles,
aunque ahora que lo pienso
lo que realmente hicimos fue
querernos.

por la ventana abierta de par en par
entran los tejados de mi calle,

el martillo neumático de una zanja,

alguien que arranca el coche,

niños.

tengo sueño, mucho, mucho sueño,

y lo que es mejor todavía:

por esta vez,
y sin que sirva de precedente,
tengo ganas, muchas, muchas ganas

de
soñar.


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