domingo, julio 21, 2013

David Benedicte



Serge Birault© – Vamp Nadine



David Benedicte

MARY CHRISTMAS

TE redescubriré ayer,
    mi dulce Mary Christmas,
    en un verso sucio, oblicuo,
    desesperanzado.

Seré como uno de esos soles que,
    chincheteados en mitad del cielo
    por una brisa niñaniño,
    sinalefan sus resacas amarillas,
    arcada tras arcada
    y al borde menos borde
    de un sádico estrambote.

Lo siento.
    Lo siento mucho.
    Maté, por desamor,
    al payaso del McDonald’s.
    A partir de entonces soy yo
    yo, yo mismo quien engorda
    a mis lunáticos mocosos.
    Entusiastas, maleducados.
    Rosas, grises. Envenenados
    por culpa de un McMenú malva.

Oh, Mary Christmas, mi amada:
    habitaré en tus entrañas,
    omnipresente e inopinado
    cual guisante
    en medio
    de una menestra
    de verduras
    mustias.

Creí en Ti,
    únicamente,
    Madre Redentora
    de todos mis pecados
    que son ramajes
    y nubes confundidos
    en ese rincón isósceles,
    triangulodelasbermudas,
    rosetón gótico e incandescente,
    que es tu se
    xo.

¡Oh, mi Mary!, ¡oh, mi Christmas!, ¡oh, mi ama!,
    ceñida a mi cintura,
    tus largos tacones me dejan llagas
    que no cicatrizan nunca.

Entretanto,
    fiera Mary Christmas,
    soberana, madame, señora,
    erudita en sadismo, yo te canto:
    Pasión. Dolor. Congoja,
    Eso es de lo que parto.

Adoro el dolor.
    Paladeo el dolor.
    Lo disfruto
    como una lengua
                    áspera
    que me lame el cuerpo.
    Otro golpe.
    Esta vez sí,
    noto una gota
    derramándose
    hasta mi boca.

Si tú,
    tan fiel a mí como a tu pintauñas,
    fueras de nuevo mi calvario,
    me estrangularías
    en un lavabo de porcelana
    con tus rulos puestos
    mientras yo,
    sí, yo mismo,
    sucumbiría calvo de tan serio;
    pero espero en vano,
    y, banal, sudo.

Hasta anoche te llamabas Mary Christmas
    y hoy eres Catástrofe de Masoquistas.

Tienes que dejar
    el pasado
    en el pasado.

Los inviernos
    te embellecen.

Oye una cosa
    terrible,
    Mary Christmas:
    en tres días seré fusilado
    por los latidos
    de tu látigo.

Yo mismo
    me lo he buscado

Morir, así,
    a los 40 años,
    ¡qué vergüenza!



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