Victor Enrich© - Medusa
ana pérez cañamares
la
alambrada de mi boca
ÚLTIMA
RESIDENCIA
Si llegamos a
viejos
nuestros amigos,
tú y yo,
apenas habrá
nadie para cuidarnos.
Procrearnos no
entraba en nuestros planes.
Somos una raza
de elegidos
para
extinguirnos.
Dinosaurios
mirando el cielo.
Yo aporto una
flor a este ramillete
escaso de
nuestros hijos. Pero ella
-lo entenderá
pronto-
no será
suficiente. Bastante tiene
con administrar
su herencia de sangre.
La tristeza
siempre tienta.
La tristeza es
una varita de incienso
encendida en la
habitación de al lado.
Sinuosa y
volátil
va y viene a su
antojo
con el derecho
que le da su renta antigua.
Cuando sale por
la puerta yo tengo un sueño.
Nuestros amigos,
tú y yo
en una ciudad
junto al mar
compartiendo
casa como quizá
lo habrían hecho
nuestros hijos.
Igual que ahora
nuestras preocupaciones
nuestra lecturas
o nuestro
sentido del humor
se
complementarán nuestras dolencias.
En mi sueño le describo la playa al que
ha perdido la vista
alguien empuja
mi silla de ruedas
por el paseo
marítimo
mientras voy
recogiendo en mi regazo
los recuerdos
que a otro se le van cayendo
del bolsillo.
Festejamos los
mismos chistes
vemos viejos
partidos de fútbol
tú cocinas para
todos, como ahora.
Si alguno de los
dos tiene que olvidar algo
prefiero olvidar
tu risa
y que tú
mantengas en la memoria tus recetas.
Reconoceré cada
uno de tus guisos
con un estupor
ya viejo
y cuando rías al
ver cómo me relamo
adoptaré cada
risa tuya como a un niño nuevo
que aumentará
nuestra familia numerosa.
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