jueves, febrero 07, 2013

David Benedicte



Interior metafísico con galletas: Giorgio de Chirico


David Benedicte

COOKIE MONSTER

    ¡GALLETAS!

¡Galletas, galletas, galletas!
¡Gaaaaaaaaaaaaalletas!
¡Ga
         lle
tas!

    ¡Hola, soy Tricky,
el Monstruo de las Galletas,
el Cookie Monster
de Barrio Sésamo!
Cuando tenía nueve años
sentí que podía llegar a ser
estrella del rock,
astronauta
o presidente de un país
emergente y garrapiñado,
pero muté en horripilante
ser de apetito desaforado.

    ¡Galletas!
¡Galletas, galletas, galletas!
Os quiero tanto, galletas.
¡Por favor, abridme paso!
¡Os amo más que al cruasán,
que al churro, que al alfajor,
y por vosotras muero, galletas,
tiernamente atragantado
con vuestras cordilleras de trigo,
con vuestros afluentes de un Sena
lechoso, neurótico, deshidratado!

    Algunos de mis seres queridos
ya fallecidos
eran guardianes de la luna
y son mis muertos más próximos,
espectros que reaparecen
envueltos en felpa azul,
con la piel encantadora
(morada y ceniza)
de los marinos tartamudos
que mastican sin clemencia
gru gru gruesos trozos de foca
a estribor de sus barcazas.

    Dice el doctor
que empeoro
a mejor: Tricky, ¿quieres comer
hoy macarrones
en la bañera?, me
pregunta. Y yo grito: ¡No!
¡Quiero galletas!
¡Gaaaaaaaaaaaaaalletas!
¡Galletas galletas!
Galletas bicolores y caseras.
Con chips de chocolate o semillas de sésamo.
Galletas choco-chip.
De avena, de cacahuetes,
de canela y de almendras.
Galletas de la abuela.
De hojaldre, de mantequilla danesa,
de mermelada, de nata,
de queso o de uva.
Galletas escocesas.
Galletas estrella.
Galletas Neiman-Marcus.
Galletas ricas. Ricas, ricas.
Riquísimas galletas hechas de postigos,
de alquitrán, de naftalina,
de peluche y de col hervida.

    Oh María, Fontaneda, Oreo,
Tosta Rica, Trías, Chips Ahoy, Ritz,
Arluy y Río, lo siento por todas vosotras.
Estoy enfermo
de bulimia
sobre bulimia sobre
bulimia. Dentro de la panadería
yo soy la panzada
y el atracón.
Siempre pasa
lo mismo.
Donde quiera que esté
soy aquello que tragonea.

    Todos tenemos razones
para vivir.
La mía consiste
en devorar ga      

               lle      


tas.


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