Sin título: Wassily Kandinsky
Alberto
García-Teresa
(De Oxígeno
en lata)
AVANZAMOS
SINTIENDO EL deseo
–la necesidad–
del
incendio bramando en nuestras venas.
Cartografiamos
geografías de lo invisible
al halógeno
del beneficio y la compra-venta.
Entonces
nos desenchufamos, abandonamos
esta
carcasa de individuo-máquina
–se quedan
resecos sus catéteres de sentimientos–
y mordemos
el aliento frío de la esperanza.
Con
cucharadas de corazones
de vida
expropiada,
hundimos
las manos en la tierra.
Quitamos
de nuestros ojos
las legañas
de alambradas.
Despegamos
esa líquida lengüeta
que nos
pone un precio, que tenemos anclada
en la
mente y en el jugo de las entrañas.
El óxido
rechina doloroso en los tobillos.
Desenterrando
esta mugre que nos separa,
cabalgando
sin miedo la voluntad y la fuerza
de la voz –ya
con los brazos ardientes de oxígeno–
puede cada
uno, nosotros, levantar la mirada
y ser
gaviota en la ventisca: inquieta, aventurera;
un
indomable clavel de sangre caliente en bandada.
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