Adagio: Néstor Martín Fernández de la Torre
Material
de derribo
José
Garés Crespo
LAS BOLAS
CHINAS DE MADAME BOVARY
«Hacíamos el
amor como dos místicos
que se juntan
para tocar sonatas».
Julio Cortázar
Como si imprescindible
fuera la exaltación
del recogimiento,
junto a la vuelta del arresto
y el magisterio de tu
imagen, así tu gesto simuló
y ordenaba, hasta
hundirnos en el concierto.
Los deseos ocultos de
tus pechos, deseantes
y marginales,
esparcieron tu mirada
sobre la inmensidad y
los retoños.
Nada fue tan banal
como tu efervescencia
y el repliegue de tus
mejillas pegadas a mi pecho,
Buscabas y encontraste
un niño cruel, limpio,
enamorado, y aún,
saciado y desnudo, me pregunto
qué pájaros me
llamaron, por qué tu guiño
fue tan generoso y mi
testigo tan fugaz
como el parco
patriarca de todas las pasiones
sin contornos, como el
aliento del gesto
distendido sobre una
cama inverosímil.
Y fue que, de tanto
vivir la muerte, volvimos
al tumulto, a la
cópula de la mentira y el amor.
Tú que adoraste a dios
para dar vida al diablo,
incapaz de llegar, tu
que trivializaste el camino,
¿cómo sabrás de mí con
caricias ajenas?
O puede que buscabas
al minotauro
tirando piedras contra
el infierno.
Desde entonces,
sobrevivo en tu recuerdo
y adiestro mi libertad
y sus excesos.
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