Arpa Cardinal: Wifredo Lam
Material de derribo
José Garés Crespo
EN CAFARNAUM, CON FLORENCI CLAVÉ
«Somos dos para el campo y el ensueño
y dos en la canción siempre de vuelta».
L. F. Vivanco
Un día dejamos la metafísica,
los colores y el versículo
y envueltos con la verdad de la calle,
nos sumamos a un largo camino que venía de
lejos.
Con una antología de inhibiciones
dormimos en la estancia abierta, aquélla donde,
si nos excluíamos, nos condenábamos.
Ecuménico fue el trasunto de nuestra vida
y convivimos con la luz indolente,
joven y apiñada, saboreando la corteza
de la miel del linaje y buscando
nuevos hogares para amasar el pan.
Pero cuando llegó la muchacha,
Aldebarán ya era viejo y apenas pudimos
gozar el cálido aliento de los dulces abiertos,
y envolviste a Mondrián en un cómic.
Tal vez fuimos como el fuego que alumbra
y no calienta, o puede que, como la roja lumbre,
terminamos en plano y gris.
Hijos de nuestra tierra y nuestro tiempo,
nos apareamos, como las hetairas de Roque Dalton
y su intenso azul.
¿Cómo decir que la vida pudo ser un malentendido
si clausuramos tantas penas como puertas
abrimos?
No, no se excedió la utopía,
pero hubo que trenzar los silencios
de la otra historia de dios y su manera de morir.
Ahora, que ya nada será una cosa
y la contraria, qué más da saber,
que el camino venía de Cafarnaúm.
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