miércoles, abril 06, 2011

El teléfono: Antonio López García
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David González

EL DEMONIO TE COMA LAS OREJAS


UNA LLAMADA TELEFÓNICA


Tenía el teléfono

al alcance de la mano,

solo era descolgarlo

y marcar el número de casa.

Diría:

¿Mamá?

Sí, yo, David,

¿quién iba a ser si no a estas horas?

¿A ti qué te parece?

¿Cómo quieres que me encuentre

estando aquí dentro?

Oye, que tengo poco tiempo,

escúchame, es para decirte

que no vengas el jueves a verme.

No, tranquila,

no me ha pasado nada,

solo que mañana a las ocho

me llevan de conducción

para Galicia.

Sí, de la mañana.

No, ¿cuándo querías que te avisara?

No me lo dijeron

hasta hoy por la mañana.

Ya, pero resulta que me avisaron

nada más salir de comunicar contigo,

esa fue la putada.

Sí, ya, ya lo sé,

son todos unos cabrones,

¿pero qué quieres que haga yo?

¿Te extraña?

A estas alturas ya tendrías

que saber como funcionan

las cosas aquí dentro, ¿o no?

Ya, vale, sí,

¿pero quieres callarte un momento

y prestarme atención?

Lo que quiero saber es si podéis venir

tú y papá a despedirme

y ya de paso me traéis

una bolsa con ropa limpia

y algo de dinero.

Está bien, pero tenéis que procurar

llegar un poco antes, no vaya a ser

que por cualquier historia

salgamos antes de lo previsto, ¿eh?

No, eso si que ya no lo sé,

ni idea, pero quién sabe,

a lo mejor les cogéis de buenas

y os dejan pasar

aunque solo sea un momento,

eso mejor se lo preguntáis al funcionario

que esté en la puerta,

a ver qué os dice él,

aunque no creo,

así que no te hagas demasiadas ilusiones.

Vale, sí, oye mamá,

ya tengo que colgar,

ya está la gente esta metiéndome prisa.

Sí, también yo mamá, ya lo sabes.

Oye, y que no me entere yo

que te pones a llorar, ¿eh?.

Bueno, anda, adiós, hasta mañana.

¡Ah! ¡Escucha! ¡No cuelgues! ¡Espera!

Me olvidaba de una cosa:

dale un beso a Belén de mi parte.

Dile que yo también.

Bueno, mamá, hasta mañana,

adiós, un beso.

Para hacer esa llamada telefónica

había que pedirle permiso

al Jefe de Servicios.

Estaba en el Centro, con los otros boqueras.

Le llamé a voces y con gestos desde la cancela.

Me vio y vino.

¿Qué le ocurre?

¿Qué quiere usted?

Verá, es que mañana por la mañana

me voy de cunda para Lugo

y en casa no saben nada,

así que si usted me dejara llamar por teléfono…

Ya tendría usted que saber

que para realizar una llamada telefónica

hay que solicitarlo por escrito

a la Junta de Régimen o al Director.

No, si eso ya lo sé, tiene usted razón,

pero es que me voy mañana

y ya no me da tiempo…

¡Pero, oiga! ¡Si solo será un minuto!

Solo llamar y decirle a mi madre

que me voy de cunda

y que no venga el jueves a comunicar.

Solo eso, no tardo ni un minuto…

Pero escuche, joder,

a usted que puede importarle

que llame o que no llame,

es solamente un minuto,

a usted no le va a pasar nada

y el teléfono está ahí mismo…

Espere, hombre, joder, no se vaya,

espere, escuche, atienda,

mi madre va a venir el jueves

y yo ya no voy a estar aquí

y va a hacer el viaje en balde

y encima se va a llevar un disgusto

y a usted nadie le va a decir nada

por dejarme llamar…

Venga, hostias, enróllese, que más le da,

si es que el teléfono está ahí mismo, joder…

¿Cómo tengo que explicárselo a usted?

¿Es que no me he explicado bien?

¿No me ha entendido?

¿Estoy hablando en chino?

No puedo autorizar esa llamada

y punto.

Además, para que se entere,

desde ese teléfono

no se puede hablar con la calle.

Solo tiene línea

con el interior de la cárcel.

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