sábado, abril 16, 2011

Crepúsculo: George Groz


José Garés


LA VUELTA DE NAZIM HIKMET

«Hasta cuándo este valle de lágrimas, a donde

yo nunca dije que me trajeran...»

Cesar Vallejo

Solo fue un instante, pero rozamos lo absoluto;

la palabra nos daba el nombre de cada cosa

y fuimos el sujeto del universo, el inicio

del ausente, la sangre del poseído.

Se volatizó lo estable, nacieron millones

de aristas y apenas pudimos doblar la angustia,

construir un mundo, pegados al polvo

como la grama y confabulados.

Desnudos miramos, frescos y cautivos,

el limpio olvido y con los restos

de nuestra vida, volvimos a empezar.

Algunos tenían la llave del odre de los vientos,

las señales de las sombras para llegar

a la puerta y liberar el susurro.

La conjura del verbo codificó

el símbolo de la mentira

y postulamos el aplauso

que ocultaba la indiferencia.

Emergió el verso que oculta el llanto

y apenas muestra el propósito.

Cuántas barandas hubo que cubrir con abalorios

para negar los muertos, dormir al centinela

y trascender la soledad que,

a contramano, destacaba la semilla.

Construimos significados, iniciamos

la transacción y no hubo nada que compartir.

Un nuevo siglo amanecía.

De nuevo los tenderos de dios

iniciaron la perversión y pasamos

de ser una sorpresa a ser una premisa.

La sombra de la impotencia fue un hallazgo

inédito y no bastó romper la cadena,

tuvieron que separar los eslabones.

Ahora se planea sobre lo evidente

y muere la inocencia.

Cerca de ti tuvimos miedo

y al alejarnos angustia;

aún así, éramos una multitud

que pretendía ser un pueblo.

Situamos la libertad en el límite de lo posible

y aprendimos que siempre habrá motivos

para sugerir una verdad amable y mentir.

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