José Roosevelt
José Garés Crespo
Material de derribo
La aporía de Zenón y el llanto de Penélope
«Todo deseo
verdadero esta desnudo
y con las
manos vacías».
Harry Martinson
Amarilleaban
los verdes –¿sería el otoño?–
y
el laúd se cansó de acompañar cánticos
perdiéndose
entre desnudas danzas.
Huyeron
los vientos. Fueron noches largas
que
se clausuraron a trallazos de luz.
El
azar, rebelde, escogió nombres, gestos,
nosotros
la rabia, la vergüenza y el llanto;
algunos,
los más, la mirada perdida.
Pocos
conocían que cualquier futuro necesita
saber
contra quien madura, de quien huye.
Únicamente
tu tiempo fluye en el círculo infinito.
Por
entonces fue que establecimos reservas
y
un atardecer nos procuramos alivios,
o
tal vez deberíamos llamarles amor. No sé.
En
cualquier caso, nubes preñadas de peces rojos
cerraban
y abrían la luz, dormían la sombra,
volaban
sobre un horizonte inestable y el mañana
se
hizo invisible, como el mejor enemigo.
¿Sabes...?,
en vano intento ahora recordar tus besos,
tan
solo, si duermo, sé del sabor de los míos.
Qué
pena mujer, y cuanta soledad nos queda por vivir.
Todavía
crece y deambula por tus sueños,
el
sol que se dormía en tus ojos, y al descuido
se
traga el espacio y el dolor queda huérfano.
Solo
los días nos sirven, aunque apenas son una señal,
como
el paño sangrado de tu primera vez.
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