El beso: Max Ernst
José
Garés Crespo
MATERIAL
DE
DERRIBO
PARADOJAS DEL INFINITO VACÍO
«Escribo, hermano mío de
un tiempo venidero,
sobre cuanto estamos a
punto de no ser,
sobre la fe sombría que
nos lleva.»
José Ángel Valente
El recurso
del canto torturado,
el cuerpo,
ajeno por sobrevivido
en la
indecible armonía acogida,
vuelve a ser
silencio, imposible signo
extraño.
Quisiste, con un abrazo,
vivir,
desechada la pretensión,
más allá de
donde todo amanece.
Fue
imposible conocer de tu ausencia
sin aprender
a rodearme, ajeno
y sin
armonía, de los espacios
que nos
promueven el golpe de luz,
como cuando
se aleja tu mirada
sosegada y
morena, recordándome
el hábito de
múltiples amantes,
el sereno
susurro de tus muslos.
A fin de
cuentas, igual que las nubes
amantes y
ajenas, hasta llegar
a la fatiga
donde nace el equilibrio
y su luz
abre nítidos colores,
eres solo lo
que queda de vuelta.
Y así, qué
pena saber que la noche,
ni las
galaxias, ni la curva luz,
ni los
campos santos, son infinitos.
¿Cómo y
quién sabrá, pues, de nuestro amor?
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