Ruben Cukier
Miguel Ángel Curiel
Luminarias
Para no estar
gordo subir montañas. Subirlas hasta desaparecer. Trabajar de nuevo con las
manos. Mover el cuerpo de uno como si fuera el de otro. Portarnos como si nos
comportáramos de otra manera. Si adelgazamos nuestra propia poesía adelgazamos
nuestras pasiones. Ser más que estar. Siempre ser aunque no estemos.
Los gordos
mueren antes que los flacos. He conocido hombres gordos de gran espíritu. Se
elevaban estos gordos con levedad y gracia por encima de muchos flacos que
pesaban mas que el hierro y el acero. Uno de los males de nuestro tiempo son
los gimnasios. Nunca se ven gordos ahí, sólo hombres fibrosos intentando
adelgazar la poca grasa espiritual que les quedaba. Iglesias y gimnasios. Pero
no deberían llamarse gimnasios los gimnasios. Sudadores, adelgazadores,
innanizadores, o en su defecto sudatorias, o algo así.
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