Chaouen
Antonio
Rodriguez Alarcón
En el
camino de Chaouen
-¿Duermes, oh dulce flor de sangre mía?
A.Machado
Sentado junto al camino
de Chaouen,
sobre tejados de
calabazas y palomas, el tiempo
se detiene y se
eterniza. Se posan apenas las nubes
sobre las violetas
montañas del Rif, muy a lo lejos,
como cabalgadura
también detenida.
La carretera es un
mercado inmóvil al que se acercan
dóciles los rebaños de
cabras y carneros
mientras las mujeres
ofrecen sus quesos frescos
sobre palmito verde.
Silenciosos los camiones
de abigarrados colores
deambulan entre bosques
de tuyas y de cedros,
por laderas de eucaliptos
y adelfas, como perdidos
sin encontrar la salida.
Vida detenida, tiempo
estancado en el camino
de Chaouen. Sólo de
vez en cuando algún autocar
de un continente
lejano profana el silencio
de postal antigua.
Saludan con adioses los turistas,
suena el claxon
sumergido en fugaz polvareda.
¿A qué paraíso extraño
y precioso
se asoma esta puerta
entreabierta al futuro?
¿A qué territorios
ignotos me llama?
…...........................
Sentada junto al
camino de Chaouen
oh hijo mío te espero.
En la anochecida,
y sobre este mirador
sin luna, murmuro tu nombre
y beso el arrayán
colgado a la puerta
que conjura los malos
presagios.
¿De qué prisión
inexpugnable has huído?
¿A qué futuro incierto
te entregas?
Casi desnudo bajo un
cielo extranjero,
así reposas con los
sueños cumplidos.
Acaso en las manos
cerradas apresas la rosa
petrificada del
desierto que te guarda lejos,
el puñado de arena de
una patria imposible.
¿Quién consolará a tu
madre, oh hijo mío,
ahin ya ouladi,
sentada sobre el camino
de Chaouen?
Contéstame, sólo tú lo sabes.
Sólo tú conoces de
dónde mana tan fiera
determinación, tanta
firmeza obcecada.
¿Qué, quién te
arrastra, junto a la quilla marinera
desecha, a esa fosa
oscura y sin nombre?
Ahin ya ouladi, ahin
ya ouladi,
contéstame.
Responde antes que una piadosa manta
cubra tu cuerpo
hermoso y mío,
que te borre de mi
lado para siempre.
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