La alambrada de mi boca
Ana Pérez Cañamares
VEINTE DE NOVIEMBRE
Te fuiste a morir en la misma fecha
que aquel que te había jodido la vida;
nada personal por su parte:
te la jodió a ti como a tantos otros.
En el momento me pareció una coincidencia
con más mala leche que otra cosa:
una ironía fúnebre
una carcajada de la calavera.
Pero luego pensé que tú reirías la última
que noviembre sería el mes de las madres
que guardan la ternura y la dignidad
en un cofre rodeado de pinos y regatos;
no el mes de los que se van entre tubos
ajenos a la muerte como estuvieron ajenos a la vida
y que yacen incorruptos admirando
la solidez del mármol.
Una última cosa, madre:
sé por ti que hay ideas que atentan contra el corazón.
Dicho de otro modo:
tener corazón no permite tener ciertas ideas.
Y ninguna otra vida
ninguna otra muerte
me convencerá de lo contrario.
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