DAVID GONZÁLEZ
EN LAS TIERRAS DE GOLIAT
Solo este puñado de tierra.
AL PURDY
AGUJEROS NEGROS[1]
ah
el tiempo que no se mojaba
los pies
en charcos de sangre:
nos reíamos
de la palabra de dios
en la mismísima cara
dura
de sus falsos representantes
las vacas se ordeñaban
en los pasillos de la escuela
durante la media hora del recreo
los domingos estrenaban ropa
ah
las tres chimeneas frías
el edificio mudo
y la bola del mundo
que invitaba
paisajes en ferrocarril
a mis sábanas de campaña
ay
la noche que me confundí en una estrella
y dejé de contar
[1] Este poema lo recuperé de mi cuadernillo de poemas Ojo de buey, cuchillo y tijera, edición de autor, y de la que se imprimieron 200 ejemplares, que los llevé todos a la librería Paradiso y le dije a Chema, el librero: Regálale un ejemplar a cada cliente tuyo que compre cualquier libro de poesía.
EN LAS TIERRAS DE GOLIAT
Solo este puñado de tierra.
AL PURDY
AGUJEROS NEGROS[1]
ah
el tiempo que no se mojaba
los pies
en charcos de sangre:
nos reíamos
de la palabra de dios
en la mismísima cara
dura
de sus falsos representantes
las vacas se ordeñaban
en los pasillos de la escuela
durante la media hora del recreo
los domingos estrenaban ropa
ah
las tres chimeneas frías
el edificio mudo
y la bola del mundo
que invitaba
paisajes en ferrocarril
a mis sábanas de campaña
ay
la noche que me confundí en una estrella
y dejé de contar
[1] Este poema lo recuperé de mi cuadernillo de poemas Ojo de buey, cuchillo y tijera, edición de autor, y de la que se imprimieron 200 ejemplares, que los llevé todos a la librería Paradiso y le dije a Chema, el librero: Regálale un ejemplar a cada cliente tuyo que compre cualquier libro de poesía.
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