SEÑORA HAIDAR LAS FOTOS NO SON PARA USTED
Por Matías Escalera Cordero
Señora Haidar recuerda usted al hombre del pantalón negro
Y de las bolsas blancas… (fue allá en la lejana Katai: cerca de Tiananmen
la puerta del cielo…)
Se mantuvo firme contra los gigantes blindados de hierro…
De pie (frágil e imponente: a un tiempo…) Los desafió un eterno instante
De minutos eternos
(fue emocionante: dijeron todos…)
Quién se acuerda ya de él: me dirá usted… (y con toda la razón: pues son tantos
los desarrapados
del mundo que llevan bolsas blancas…)
La moneda del pueblo manda (pero no los pueblos: me dirá usted
con toda la razón una vez más…) Y los gigantes blindados de hierro
Finalmente pasaron (esos siete emocionantes minutos eternos
también pasaron…)
No lo recordará tampoco quizás: pero decenas de artistas
Clamaron
Y lastimosearon cansinamente a la audiencia y a los gobiernos…
Si aquel hombre –frágil e imponente– era vencido
La esperanza acabaría con él… (eso dijeron: mientras se hacían fotografías
a su costa
y añadían todas esas memeces
que los artistas –y los premios Nobel– añaden
cuando quieren hacerse una foto…)
Señora Haidar su pueblo y usted ya han sido vencidos
Hace tiempo… (los artistas y los premios Nobel ya se hicieron fotos
entonces: como ahora
y lastimosearon: como ahora también…) Usted volverá o morirá
No importa…
Tal vez haya vuelto ya…
Y los artistas –y los premios Nobel– se harán aún algunas fotos más…
Hasta el siguiente hombre con bolsas blancas
O la siguiente mujer con velo
Y continuarán pordioseando esperanza (o salarios dignos: les da igual…)
A usted le espera el olvido: lo sabe (como al hombre de las bosas blancas
de la lejana Katai
allí plantado
frente a los gigantes blindados de hierro: quién lo recuerda ya…)
Los artistas –y los premios Nobel– seguirán haciéndose fotos
Y pordioseando esperanza (y salarios dignos) O escribiendo poemas
Y canciones…
Mientras su pueblo y usted han sido ya vencidos (como los trabajadores
que se han olvidado de que no hay salario digno
que pague sus vidas
y las vidas de los que les precedieron a la rueda del molino
que la tritura a usted
por cierto
señora Haidar
y a su pueblo
y que fabrica todos los gigantes blindados de hierro…)
No se hagas ilusiones las fotos no son para usted…
La habremos olvidado pronto: como al hombre de las bolsas blancas
Usted y su pueblo sólo son nuestro próximo olvido…
Como Tinduf (o como los niños mascota de los veranos
en nuestras piscinas…)
Por Matías Escalera Cordero
Señora Haidar recuerda usted al hombre del pantalón negro
Y de las bolsas blancas… (fue allá en la lejana Katai: cerca de Tiananmen
la puerta del cielo…)
Se mantuvo firme contra los gigantes blindados de hierro…
De pie (frágil e imponente: a un tiempo…) Los desafió un eterno instante
De minutos eternos
(fue emocionante: dijeron todos…)
Quién se acuerda ya de él: me dirá usted… (y con toda la razón: pues son tantos
los desarrapados
del mundo que llevan bolsas blancas…)
La moneda del pueblo manda (pero no los pueblos: me dirá usted
con toda la razón una vez más…) Y los gigantes blindados de hierro
Finalmente pasaron (esos siete emocionantes minutos eternos
también pasaron…)
No lo recordará tampoco quizás: pero decenas de artistas
Clamaron
Y lastimosearon cansinamente a la audiencia y a los gobiernos…
Si aquel hombre –frágil e imponente– era vencido
La esperanza acabaría con él… (eso dijeron: mientras se hacían fotografías
a su costa
y añadían todas esas memeces
que los artistas –y los premios Nobel– añaden
cuando quieren hacerse una foto…)
Señora Haidar su pueblo y usted ya han sido vencidos
Hace tiempo… (los artistas y los premios Nobel ya se hicieron fotos
entonces: como ahora
y lastimosearon: como ahora también…) Usted volverá o morirá
No importa…
Tal vez haya vuelto ya…
Y los artistas –y los premios Nobel– se harán aún algunas fotos más…
Hasta el siguiente hombre con bolsas blancas
O la siguiente mujer con velo
Y continuarán pordioseando esperanza (o salarios dignos: les da igual…)
A usted le espera el olvido: lo sabe (como al hombre de las bosas blancas
de la lejana Katai
allí plantado
frente a los gigantes blindados de hierro: quién lo recuerda ya…)
Los artistas –y los premios Nobel– seguirán haciéndose fotos
Y pordioseando esperanza (y salarios dignos) O escribiendo poemas
Y canciones…
Mientras su pueblo y usted han sido ya vencidos (como los trabajadores
que se han olvidado de que no hay salario digno
que pague sus vidas
y las vidas de los que les precedieron a la rueda del molino
que la tritura a usted
por cierto
señora Haidar
y a su pueblo
y que fabrica todos los gigantes blindados de hierro…)
No se hagas ilusiones las fotos no son para usted…
La habremos olvidado pronto: como al hombre de las bolsas blancas
Usted y su pueblo sólo son nuestro próximo olvido…
Como Tinduf (o como los niños mascota de los veranos
en nuestras piscinas…)
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