Historia de un “mural de brocha gorda”.
Tenía ante mí la pared con unos cuantos desconchados en su base a causa de la humedad.
Creo -me dijo Antoñita- que deberías pintar esta habitación.
Por un momento, pensé: ya estoy liado con el rodillo otra vez; cosa que no me hacía gracia alguna, después de haber pintado tres habitaciones en la última semana.
Yo creo -le dije- que podría pintar sólo las partes desconchadas, haciendo una forma progresiva, desde la base hasta un metro de altura, en forma del perfil de un sofá, y me evito el trabajo de pintar toda la habitación.
Se me quedó mirando, sonriendo burlonamente y asintió con tono condescendiente. Si tu quieres hacer el trabajo dos veces, es cosa tuya -me dijo-, mientras salía de la habitación. Me quedé dudando un momento y decidí pintarlo de esa manera, tomé el pincel y un resto de pintura de color amarillo crema y pinté la zona tal y como había pensado.
Llamé a Antoñita para que me diera el visto bueno y su expresión fue una sentencia, pensé con rapidez antes de que la sonrisa se tornara en carcajada, y se me ocurrió aprovechar aquella circunstancia –era una buena justificación- para hacer un “mural” de brocha gorda.
Ya sé lo que voy a hacer -le propuse inmediatamente-, cogeré los restos de pintura que tengo y pintaré la pared con formas abstractas. Se me quedó mirando y aceptó la idea.
De inmediato -era la tarde del sábado-, me puse a sacar todos los restos de pintura que guardaba y un manojo de pinceles, tomé como referencia una composición que hice en el Fhotoshop y me lancé al vacío.
Hoy es domingo al mediodía y he de decir que la experiencia de la tarde de ayer y la mañana de hoy, en total unas seis horas de trabajo, ha sido agradable. Trasladar algo que estaba en un folio sobre la base de una composición gráfica con degradados y una extensa paleta de colores, disponiendo sólo de colores acrílicos de secado rápido, lo que impedía la formación de degradados, y un limitado número de colores, no por la imposibilidad de realizar gran cantidad de composiciones o tonos sino por la necesidad de trabajar en docenas de recipientes, algo impensable con los medios de que disponía, ha sido un verdadero reto. Sin contar la dificultad de hacerlo sobre una pared de 2.75 x 2.75 ms.
En fin -pensé-, una nueva experiencia en mis aficiones pictóricas. Con los azules, verdes, rojos, rosas, cremas y algún tono inclasificable inicie la pintura, desde el comienzo la primera dificultad fue mantener las formas curvas y las secuencias de color que aporten una suave profundidad a la composición, a lo que hay que añadir el equilibrio de las masas y colores para que presente una aceptable armonía en el conjunto del “mural”.
Bueno, para este aprendiz, que en ningún momento ha considerado “su mural” como algo más que un juego de “brocha gorda”, lo más importante es el tiempo -el tiempo ocupado, claro- empleado y lleno, que me ayuda a mantener el deseo de vivir y una aceptable estabilidad emocional.
Yo os aconsejo que lo intentéis en cualquier pared de vuestra casa, os aseguro que es una experiencia muy -pero que muy- satisfactoria.
Tenía ante mí la pared con unos cuantos desconchados en su base a causa de la humedad.
Creo -me dijo Antoñita- que deberías pintar esta habitación.
Por un momento, pensé: ya estoy liado con el rodillo otra vez; cosa que no me hacía gracia alguna, después de haber pintado tres habitaciones en la última semana.
Yo creo -le dije- que podría pintar sólo las partes desconchadas, haciendo una forma progresiva, desde la base hasta un metro de altura, en forma del perfil de un sofá, y me evito el trabajo de pintar toda la habitación.
Se me quedó mirando, sonriendo burlonamente y asintió con tono condescendiente. Si tu quieres hacer el trabajo dos veces, es cosa tuya -me dijo-, mientras salía de la habitación. Me quedé dudando un momento y decidí pintarlo de esa manera, tomé el pincel y un resto de pintura de color amarillo crema y pinté la zona tal y como había pensado.
Llamé a Antoñita para que me diera el visto bueno y su expresión fue una sentencia, pensé con rapidez antes de que la sonrisa se tornara en carcajada, y se me ocurrió aprovechar aquella circunstancia –era una buena justificación- para hacer un “mural” de brocha gorda.
Ya sé lo que voy a hacer -le propuse inmediatamente-, cogeré los restos de pintura que tengo y pintaré la pared con formas abstractas. Se me quedó mirando y aceptó la idea.
De inmediato -era la tarde del sábado-, me puse a sacar todos los restos de pintura que guardaba y un manojo de pinceles, tomé como referencia una composición que hice en el Fhotoshop y me lancé al vacío.
Hoy es domingo al mediodía y he de decir que la experiencia de la tarde de ayer y la mañana de hoy, en total unas seis horas de trabajo, ha sido agradable. Trasladar algo que estaba en un folio sobre la base de una composición gráfica con degradados y una extensa paleta de colores, disponiendo sólo de colores acrílicos de secado rápido, lo que impedía la formación de degradados, y un limitado número de colores, no por la imposibilidad de realizar gran cantidad de composiciones o tonos sino por la necesidad de trabajar en docenas de recipientes, algo impensable con los medios de que disponía, ha sido un verdadero reto. Sin contar la dificultad de hacerlo sobre una pared de 2.75 x 2.75 ms.
En fin -pensé-, una nueva experiencia en mis aficiones pictóricas. Con los azules, verdes, rojos, rosas, cremas y algún tono inclasificable inicie la pintura, desde el comienzo la primera dificultad fue mantener las formas curvas y las secuencias de color que aporten una suave profundidad a la composición, a lo que hay que añadir el equilibrio de las masas y colores para que presente una aceptable armonía en el conjunto del “mural”.
Bueno, para este aprendiz, que en ningún momento ha considerado “su mural” como algo más que un juego de “brocha gorda”, lo más importante es el tiempo -el tiempo ocupado, claro- empleado y lleno, que me ayuda a mantener el deseo de vivir y una aceptable estabilidad emocional.
Yo os aconsejo que lo intentéis en cualquier pared de vuestra casa, os aseguro que es una experiencia muy -pero que muy- satisfactoria.
Antonio Martínez i Ferrer
4 comentarios:
Jo, Antonio, nunca unas humedades fueron tan creativas.
Enhorabuena artista, toda una pared viva, llena de color y movimiento, la creación de un poeta.
Se nota que lo disfrutaste mucho.
Te ha quedado absolutamente poética esa pared!!
El arte está contigo!!
Saludos
Mónica
Mis queridas amigas, la verdad es que me lo pasé como un niño con un juguete nuevo.
Un abrazo, Antonio.
Antonio, me parece genial la verdad... pero aquí hay un problema, no todas las mujeres tienen la condescendencia, la paciencia y la virtud de tu querida Antoñíta; vamos en mi casa, que como la tuya es grandísima, se me ocurre pintarme un mural aunque sea en mi estudio...y pinceles, pintura, y un servidor amanecemos en el contenedor de residuos sólidos y la estancia... quedaría precintada por los restos. Bueno, bromas aparte, te felicito por tan magnífica pincelada.
Un abrazo
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