José Garés
Nunca creímos que tanta brega solo pretendiese saber
quien dirigía la derrota y sepultaba nuestros sueños.
El sendero que nos llevó hasta la superficie, nos orilló
en los amplios ríos que se esparcían por nuestra infancia.
Desde aquel día pasan los incendios, la luna se despierta
quien dirigía la derrota y sepultaba nuestros sueños.
El sendero que nos llevó hasta la superficie, nos orilló
en los amplios ríos que se esparcían por nuestra infancia.
Desde aquel día pasan los incendios, la luna se despierta
sin grillos
y en cada acorde final nos hundimos, mientras la luz,
todavía hoy, rodea la hierba y el indefinido color del silencio.
Ahora, solo el rayo quebrado y el noble saludo del lobo
y en cada acorde final nos hundimos, mientras la luz,
todavía hoy, rodea la hierba y el indefinido color del silencio.
Ahora, solo el rayo quebrado y el noble saludo del lobo
nos conducen,
algo así como cuando con los besos robados la tierra rodaba.
Sí, tal vez volvamos a vernos donde la calle se pierde,
y hasta puede que, si vaciásemos los vasos, temblarían los rivales.
algo así como cuando con los besos robados la tierra rodaba.
Sí, tal vez volvamos a vernos donde la calle se pierde,
y hasta puede que, si vaciásemos los vasos, temblarían los rivales.
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