martes, noviembre 09, 2010

East Side Interior: Edward Hopper

La alambrada de mi boca
Ana Pérez Cañamares

AGUA DE LLUVIA

Mamá venía cantando por el pasillo a despertarme:
con los ojos aún cerrados yo olía la lluvia.

Mamá se alegraba
por todos las plantas, los huertos y los árboles
que recibían el agua
lejos
muy lejos
de nuestro bloque de diez pisos.

Mamá estaba viendo borbotear la fuente de su pueblo
desbordarse acequias y arroyos
a las viejas echarse el manto
por encima de la cabeza
y las hojas y ramas goteando
murmurando melodías que se colaban
en su casa triste
con muertos y sin radio.

Yo no entendía aquel refrán
que ella murmuraba de vuelta a la cocina:
agua de lluvia no quita riego.

Yo no sabía entonces
que las madres pueden ser
flores sedientas.

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