El autobús. Frida Kahlo
PENA CAPITAL
VICENT CAMPS
EL AUTOBÚS DE TORRENT
Ya estamos casi todos los que hemos de estar
en el autobús que une Valencia
con los pueblos de su área metropolitana
ya nos vamos a casa
los que nos levantamos temprano
la gitana de pelo largo
cargada con la silla
desde la que limosnea
la vendedora de la ONCE
que comparte ingresos
y puerta en Mercadona
con su marido parado
adolescentes
excesivamente maquilladas
que cambiaron los libros
por la venta de ropa
en cualquier franquicia
donde friegan el suelo
venden y hacen inventario
por el salario mínimo
y sin derecho a cobrar
las horas extraordinarias
la mujer divorciada
-consumida por los nervios
y la pobreza-
que acaba de hacer
trasbordo del metro
y se coge la espalda
dolida por el trabajo
en alguna casa
de esas en las que el secano
se ha transformado
para dar calidad de vida
a unos pocos
y yo
privilegiado notario
y parte de todo ello
que levanto acta
en este autobús
sucio
y sin aire acondicionado
mientras el conductor
con el motor en marcha
espera a un inmigrante
que corre por llegar
y miro por la ventanilla
el palio ahora vacío
donde se refugiaron del sol
durante la mañana
señoras de políticos
y empresarios
que no trabajan
y que no han de coger
el autobús
pero que anualmente
postulan contra el cáncer
que eso a ellas
todavía les puede afectar
en los más recóndito
de sus tetas siliconadas.
PENA CAPITAL
VICENT CAMPS
EL AUTOBÚS DE TORRENT
Ya estamos casi todos los que hemos de estar
en el autobús que une Valencia
con los pueblos de su área metropolitana
ya nos vamos a casa
los que nos levantamos temprano
la gitana de pelo largo
cargada con la silla
desde la que limosnea
la vendedora de la ONCE
que comparte ingresos
y puerta en Mercadona
con su marido parado
adolescentes
excesivamente maquilladas
que cambiaron los libros
por la venta de ropa
en cualquier franquicia
donde friegan el suelo
venden y hacen inventario
por el salario mínimo
y sin derecho a cobrar
las horas extraordinarias
la mujer divorciada
-consumida por los nervios
y la pobreza-
que acaba de hacer
trasbordo del metro
y se coge la espalda
dolida por el trabajo
en alguna casa
de esas en las que el secano
se ha transformado
para dar calidad de vida
a unos pocos
y yo
privilegiado notario
y parte de todo ello
que levanto acta
en este autobús
sucio
y sin aire acondicionado
mientras el conductor
con el motor en marcha
espera a un inmigrante
que corre por llegar
y miro por la ventanilla
el palio ahora vacío
donde se refugiaron del sol
durante la mañana
señoras de políticos
y empresarios
que no trabajan
y que no han de coger
el autobús
pero que anualmente
postulan contra el cáncer
que eso a ellas
todavía les puede afectar
en los más recóndito
de sus tetas siliconadas.
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