jueves, febrero 25, 2010



Materia Oscura
Laura Giordani



Soldaditos de plomo

Hay agujeros negros también en tierra,
mundos resumideros de tu azúcar:
Alicia en el país de los espejos
partidos y las esquirlas cayendo
sin cese sobre el rostro.

El viento trae los pies quebrados
de tanto soplar sobre tu espalda.

Eres el brote endurecido
antes de su estación,
el brote hecho corteza
y nudo tan temprano.

Y esa dureza de rosa
olvidada de la savia,
hecha toda espina y púa y piedra
cuando enloquecidos duendes vinieron
a degollar tus ciervos.

Tu sangre cae
como la del primer hombre
y enferma la hierba.

Se lastiman tus rodillas
en terribles cuentos:
tuya la selva, el foso, los peligros,
la rayuela de minas, la orina
helándose entre las piernas.

De otros el odio, tuya
la mano que dispara en un juego
del que olvidaste la palabra de retorno.

No hay retorno a esas mañanas
de luz primera
ni ábaco para contar estas lágrimas
que hablan tan bajo:
los pájaros devoraron todas las miguitas
de tu pan para el regreso.

Tu sombra se ha hecho larga,
espléndida va ahora delante de ti
como una madre, deletreando el olvido
de las fábulas que hacen reposar
las frentes de los niños en las almohadas;
de hojarasca y frío
la almohada para tus sienes.

Madre,
vientre,
patio,
algodón,
gasa.


El último ciervo va cayendo en tu mirada
mientras alza las palabras usurpadas a tu lengua.


Niño:
me has sacado la palabra
"muerte" de la boca.

Escribir estrella mientras se estrellan
tus ojos en la acera
o árbol que te alzas ciego
al declive seguro de la savia
y una selva cae
como si nombrar bastara
como si tu sangre estuviera
en este simulacro de vida que es el poema:
una vida hecha a medida
sin estridencias.

Tu dolor hecho
estrella de baja intensidad.

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