Arturo Borra
Me fui tarareando a media esquina.
Andar es surcar lo imprevisible -alumbrar espectros para que estalle la magia.
Un espejo me reinventa y sonrío y no me avergüenza: no hay respuesta que no sea/ deseo de deambular.
Después protestan los miedos/ cuando no hay final de camino en una tierra escarpada.
Hay apertura que alegra el crepúsculo. Hay terrenos baldíos. No hay torres magníficas ni desembarco en puertos de regreso.
Nacer es resistir a mirar el asfalto desde las alturas.
Vas naciendo mientras los costados sangran. (Y tu mirada se desvela por las costas promisorias de una caricia).
Tararear es una forma de rumiar sin vocablo. Sólo regresa lo inédito -la tentativa de abrazar una ausencia que fulgura/ esporádica.
Y aunque los soles no claudican/ un sollozo en voz baja te empaña: nadie espera en los archipiélagos de la partida.
Brilla/ sin respuesta/ la noche.
Andar es surcar lo imprevisible -alumbrar espectros para que estalle la magia.
Un espejo me reinventa y sonrío y no me avergüenza: no hay respuesta que no sea/ deseo de deambular.
Después protestan los miedos/ cuando no hay final de camino en una tierra escarpada.
Hay apertura que alegra el crepúsculo. Hay terrenos baldíos. No hay torres magníficas ni desembarco en puertos de regreso.
Nacer es resistir a mirar el asfalto desde las alturas.
Vas naciendo mientras los costados sangran. (Y tu mirada se desvela por las costas promisorias de una caricia).
Tararear es una forma de rumiar sin vocablo. Sólo regresa lo inédito -la tentativa de abrazar una ausencia que fulgura/ esporádica.
Y aunque los soles no claudican/ un sollozo en voz baja te empaña: nadie espera en los archipiélagos de la partida.
Brilla/ sin respuesta/ la noche.
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